viernes, 19 de febrero de 2016

Amami Alfredo

El arte es, quizás, aquello que nos distingue de otras especies animales. La capacidad de emocionar a través de la música, del cine, de la literatura, del teatro, de la escultura, de la pintura, de la poesía es algo realmente mágico, es una conexión espiritual con el mundo y con nuestros sentimientos, algo inefable... Y ayer fui a la ópera por segunda vez en mi vida y debo decir que aun estoy en estado de shock: A la pregunta lógica "¿Te ha gustado?" La respuesta sería algo así como: "No, No es que me haya gustado, es algo más, me ha conmocionado, he llorado y se me ha erizado la piel". Y como humano, me reconforta este aura de inexplicabilidad, esta presencia de Dios.... Como solamente una voz es capaz de llenar un recinto y aplacarlo, como en el maravilloso final de "Senderos de Gloria" (Stanley Kubrick, 1957): una canción y un publico que ama sin entender. Paradojicamente Christianne Harlan no solo apaciguó a los soldados franceses en aquel tugurio sino que, de alguna manera, también lo hizo con el director pasando a ser Christianne Kubrick, en un giro poético maravilloso.

Alfredo, Alfredo, cambiando de tema pero siguiendo con lo mismo.... Las historias de amor nunca mueren y son aquellas que nos emocionaron, nos emocionan y nos emocionarán siempre. He visto muchas películas y, varias de ellas (muchas), son parte de mí, por su profundidad, por su complejidad, por todo. Pero hubo una que fue especial, algo increíble, un hecho imprescindible para entenderme, "Cinema Paradiso" (Giuseppe Tornatore, 1985) paradigma extremo de la amistad, del amor y de la sensibilidad... dejar marchar al ser querido para poder seguir queriéndole, las espinas clavadas en el torso, el cine dentro del cine... Es un milagro. Todos somos Totó gritando "¡Alfredo, Alfredo!, con el aire de desconsuelo que solamente un niño es capaz de trasmitir. Y ayer también procedente de un autor italiano, en este caso Giuseppe Verdi, me vi en el Kursaal viendo la Traviatta, viendo como Violetta se enamora de Alfredo y llena el auditorio con su voz y su desgarro, mujer de vida alegre que, finalmente, elige... "¡Amami Alfredo!"... También Alfredo es el protagonista de mi libro, seres que se enamoran, que sedesvían del recto camino y sufren pero que eligen amar y morir, eligen sentir. Alfredo, la música, Italia, el amor, la muerte... Todo conduce al mismo punto de partida, todo retorna. "Amami Alfredo".... es un buen resumen de una vida. La felicidad es sentir. Un mensaje: Para todos aquellos que creen que los niños deben aprender matemáticas e idiomas: Estáis equivocados o, al menos, incompletos. Deben aprender Música, arte, poesía, deben educarse en las emociones. Eso (y no lo otro, muy útil en esta sociedad de consumo) les hará felices a largo plazo.

38 años ya y la opera va entrando en mi vida... Muy emocionado, muy contento y con ganas de aprender, de adquirir cierta cultura que me permita disfrutar de elementos más complejos, ver matices más sutiles, entender mejor, comprender más..., poder ver a autores más complejos como Richard Wagner más allá del brillante despliegue de helicópteros al son de las Walkyrias en Apocalypse Now (Coppola, 1978)...

Un placer, la música, un milagro la opera. Y siempre el cine. Me ha encantado Spotlight y la recomiendo. También Truman. Aun siguen por la cartelera.


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