martes, 7 de junio de 2011

23 días sin humo

El domingo 16 de mayo a las ocho de la tarde, después de volver de Medina donde se celebraban las fiestas de San Isidro, fume mi último Chester, mi último rubio americano. Han pasado 23 días, algunos han sido largos y tediosos pero la mayoría han sido satisfactorios.
Después de estos 23 días estoy bastante feliz. Ya desde hace algunos días no estoy tomando las pastillas pero he de reconocer que no sé exactamente si por su acción, por el efecto placebo o porqué, los primeros días no padecí ansiedad. O por lo menos la ansiedad que debía sentir (¿prejuicio?, nunca lo sabré). A día de hoy la susodicha ansiedad es muy limitada y se presenta solamente en momentos que en su día se asociaron a fumar o cuando ves a alguien fumar realmente a gusto. En este sentido recuerdo al llegar a Barajas desde Senegal, una persona que caminaba a mi lado por la eterna terminal 4 y al salir a la calle posó la maleta y encendió un cigarrillo. Esos sí los echo de menos, los que se fuman a gusto pero, ¿cuantos son?, en mi caso ni siquiera uno al día de los 30+ que me metía.
En cualquier caso la tentación va y viene pero dura poco, no más de medio minuto. Y en esos momentos en mi caso hay dos antídotos que funcionan bien: 1: No tener tabaco a mano (yo pase por el grifo los 4 o 5 paquetes empezados que tenia el día 2 de este proceso) y coger un chicle (en el coche) o un caramelo (casa y trabajo). 2: Y más importante: saber que si no fumas ese cigarrillo estarás más cerca del objetivo y que si lo haces tirarás por la borda un montón de trabajo. Para mi pensar ésto cuando me apetece fumar es mano de santo, es relajación. Y basta con pensarlo una vez, la ansiedad desaparece enseguida.
Y luego están los pequeños (o grandes) detalles de mi vida sin el humo. Porque lo que se aprecian son eso, detalles, ya que los hechos realmente serios como estar acopiando años de vida o estar ganándome una muerte más digna no se perciben. Esos fueron causas para dejar de fumar, darme cuenta de que quizás no sea inmortal.
Como iba diciendo, detalles como ver una película entera en el cine sin sufrir a partir de la primera hora. O como el montón de espacio que tengo en los bolsillos. Uno de mis preferidos: el sentido del olfato ha vuelto. En Bandafassi al pasar por el lado de una casa me llegó un olor nítido a lentejas cocinándose. Yo antes era incapaz de percibir ese tipo de olores en la calle. O el perfume de una amiga a la que pregunté si se había echado más cantidad que otras veces y me dijo que no. El ambientador del coche por fin parece una inversión rentable. Lo que de verdad no he notado es diferencia en el sentido del gusto, no noto especial intensidad en los sabores ni me parecen distintos a cuando estaba tragando humo. De momento no he engordado pero para eso los doce días que estado en Senegal han ayudado. Ahora creo que estoy comiendo más y voy a tratar de controlarlo. A ver si por fin empiezo a ir a correr y mejora el tiempo y a nadar a la playa.
Pero como iba diciendo me siento más feliz. La garganta no me duele por las mañanas ni tengo la tos que me provocaba hasta nauseas a la hora de la ducha matutina. Además siento que estoy haciendo algo positivo, algo que es intrínsecamente bueno para mí y para mis padres, a los que, quizás, esté ahorrando verme consumirme en una camilla del hospital. Eso si es que al final del todo no soy inmortal. Aparte entre 40 y 45 euros a la semana que me ahorro, pero esta es la parte que menos satisfacción me da, quiero decir, no considero que lo caro que está el tabaco sea un incentivo para dejar de fumar. Al menos en mi caso.
Espero no recaer y de momento la cosa va bien porque soy feliz. Gracias a todos los que me incitasteis a tomar esta decisión, en especial a María que me regaló las pastillas (el mejor regalo que me han hecho en mucho tiempo), a Ángela que me regaló ya hace tiempo el libro de dejar de fumar (y nunca desistió en su deseo de que lo hiciera) y ánimo a Move que me saca 10 días de diferencia en este tinglado. Y con absoluta sinceridad, cuesta trabajo pero el beneficio es mucho mayor y, por ello y en mi caso, no está siendo en absoluto difícil.

2 comentarios:

  1. Por favor, dime que pastillas son, si eres tan amable.
    Suerte y que tu fuerza de voluntad te lleve a dejar el tabajo para siempre.
    Yos

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  2. Pues se llaman Champix, las venden con receta..., vete al medico de cabecera y que te recete, están genial. Parecen caras, digo parecen, ya que comparado con lo que cuesta el tabaco en poco tiempo amortizas.

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