Tras mi segundo viaje a Senegal,
éste más largo, con mejor francés y a otra zona, noto como mi habitual
escepticismo va en aumento. Mis deseos son claros: Contribuir a mejorar la vida
de la gente y crecer como persona mediante el contacto con otros modos de vida.
Lo segundo va viento en popa y cada vez soy más consciente de la volatilidad de
la felicidad, de la necesidad de concretar los valores humanos que queremos que
guíen nuestros actos y nuestras relaciones con las personas. Me veo a mi mismo
cada vez un poquito menos prejuicioso y más tolerante.
Pero lo primero, la contribución
a la mejora de la calidad de vida de las personas, me parece un reto hercúleo.
Ahora mismo la realidad de Senegal me parece cada vez más un fractal, algo que
a medida que te acercas va siendo más y más complejo y no sé hasta que punto
puedo comprender, no sé hasta que punto puedo mejorar. Las pequeñas parcelas de
realidad que encuentro hablando con la gente, con las matronas, con los
camareros, con los enfermeros, con Demba son todas realidades demasiado
parciales con el sesgo cultural claro del desconocimiento de otras realidades.
Son porciones de resina en el tronco de un árbol en un bosque frondoso, en un
lugar remotamente amplio y lejano.
¿Qué es el desarrollo de un país?.
Tras hablar con mis padres descubro que algunas de las cosas que nos parecen
subdesarrollo son simple y llanamente similares (si no idénticas) a como éramos
en España (o en Castilla al menos) hace 50 años. Algunos ejemplos son:
-
- Mi abuelo murió en 2002 con 80 años sin haberse duchado
nunca. En casa de mi madre no había baño ni retrete.
- Se comía alrededor de la cazuela sentados sobre
taburetes.
- Los transportes se hacían en burro. Mi abuelo tenía uno
y yo tengo fotos con 4 o 5 años en el burro de mi abuelo.
- No había tractores. Los primeros debieron llegar en la
década de los 60 o 70. Se araba con medios manuales o con bueyes.
- La mujer vivía supeditada al marido, no trabajaba fuera
de casa y tenía un montón de hijos. Mi padre son 9 hermanos. Mi abuelos 9 cada
uno tambien.
- Los niños jugaban solos por las calles. Las madres no
estaban todo el día encima de los niños.
- Las matronas eran mujeres locales formadas por una
matrona mayor que no cobraban de ningún sistema de salud y ayudaban a los
partos de motu propio. La abuela de Ángela era matrona.
Son simplemente ejemplos, pero no
tan lejanos. Es evidente el cambio que ha habido en nuestro país en los últimos
50 años pero, ¿Es el mismo progreso que queremos para Senegal?. ¿Estamos tan a
gusto con la sociedad que tenemos que queremos calcar el desarrollo a países
menos avanzados?. La respuesta es claramente, yo NO.
Lógicamente hay cosas en las
cuales si me gustaría que avanzara la sociedad senegalesa a imagen y semejanza
de la española como pueden ser la igualdad de la mujer respecto al hombre, la
mejora de las condiciones sanitarias, el acceso a medicamentos y a una
alimentación equilibrada, la disminución de la mortalidad infantil, las
protecciones sociales y la escolarización total de la población. Estos son
campos donde debemos ayudar a la población de manera clara y así lo hace Yakaar
con los huertos que intentan contribuir a una mejora de la alimentación o los
programas sanitarios
Pero, ¿es eso todo?, claramente
no. La sociedad occidental, capitalista, maneja otros valores que demos de
cuidarnos mucho de exportar, como puede ser la sacralización de la propiedad
privada, el régimen capitalista de consumo, la prevalencia del mercado sobre
otros ideales o la consagración del beneficio económico como fin último de la
actividad humana y empresarial. Creo que demos cuidar mucho la exportación de
ese tipo de valores ya que han conducido aquí, en Europa, a una miseria moral,
a una aceleración inútil de la vida de las personas, a una explotación de los
recursos naturales que está invirtiendo el camino hacia la felicidad. Paradójicamente,
a día de hoy, esos valores adornados de marketing, de hamburguesas y de
autopistas están empujando a miles (o millones) de africanos a venirse a este supuesto
paraíso para ser explotados. Esos perniciosos valores en sociedades
culturalmente menos maduras conducen a la creación de oligarquías inmensamente
ricas, aumenta exponencialmente las injusticias sociales, destruye el ámbito
rural y saquea los recursos naturales. Por ejemplo, México. Por ejemplo, India.
Además, en España hay que
trabajar duro para poder comer. En África, no. En Europa, el nivel de consumo
que se nos impone es excesivo y un sueldo de 1500 euros se diluye como un
azucarillo. La solución (en lo que a la sociedad se refiere, no en casos
individuales) siempre va por ingresar más, nunca por gastar menos ya que la
ausencia de consumo derribaría el “sistema”. ¿En serio queremos un Senegal así,
una sociedad consumista atiborrada de achiperris inútiles y que condene a la
gente a trabajar 12 horas diarias? Claramente, yo NO. Eso es lo que les
vendemos y les empuja a pagar 1000 euros por una plaza en un cayuco.
Tengamos cuidado. ¿Qué
es la ayuda al desarrollo? Lo que aquí no nos hace felices no debemos
exportarlo pero, inconscientemente, lo hacemos. Los senegaleses se quedan
prendados cuando ven un Iphone de 400 euros, una cámara de fotos con 200
funciones, cremas hidratantes, gafas de sol etc…. La rueda nos ha cogido,
estamos atrapados pero intentemos potenciar valores ya presentes y, en algún
caso, adoptemos como propios conceptos muy interesantes. Por ejemplo la “Vida
Lenta”, el vivir sin prisa, la relativización de los horarios. No todo es
urgente. Por ejemplo, el concepto de Teranga, la hospitalidad senegalesa, vivir
con las puertas de las casas abiertas, ofrecer siempre un plato de arroz o una
taza de té a un conocido que se cuela en el patio… La convivencia entre
religiones y etnias es mucho mejor que en España donde musulmanes o gitanos
viven normalmente una realidad apartada de la mayoría.
¿Cómo podemos ayudar al
desarrollo? Tratando de que aprendan pero también tratando de que no
aprendan. Donando pero también enseñando a donar. Transmitir la importancia del
trabajo humano pero no que sea lo único importante. No vale más el que más
tiene. No es necesario consumir para ser feliz.
Después de darle muchas vueltas
creo que lo más importante es que no haya guerras que desaten el odio entre
etnias o grupos y destruyan la convivencia. Pienso y pienso en los proyectos y
creo que realmente ayudan a la población pero soy un mar de dudas. Espero que
el tiempo me ayude a disiparlas.
genial la entrada sobre cooperación, es un debate interno del que siempre se encuentra uno con muchos pros pero también con algunos contas, y tú, has sabido localizarlos. enhorabuena Álvaro, no por cooperar con esas personas, sino por tener el placer de hacerlo.
ResponderEliminar