miércoles, 27 de abril de 2011

Anulación de la creatividad

Quizás lo que os voy a contar a algunos de vosotros os suene a chino pero es seguro que la mayoría me entenderéis. En casi cualquier empresa existe un departamento de calidad que, en teoría, vigila que los procedimientos dentro de las empresas funcionen adecuadamente, corrigiendo y evaluando en pos de una mejora continua. Dichos departamentos suelen alcanzar con facilidad un sello de calidad tipo Aenor que, en teoría, certifica una gestión correcta dentro de la empresa. Cuando se detecta un fallo en un determinado proceso se genera una "No conformidad" que, una vez analizada en algún comité, depara modificaciones en los procedimientos y "acciones correctoras".
Bueno, hasta aquí la teoría. En realidad es un cuento chino. La base de todo esto es que no pueden producirse fallos y si se producen es por causa de deficiencias en los protocolos. Quiero decir, si algo ha fallado es porque alguien no ha seguido el procedimiento o porque éste es deficiente.Como consecuencia, la meta es que todo esté protocalizado y que cualquier empleado haga estrictamente lo que dice el sistema. Todo ello, por cierto, inundado a papeles. ¿Os suena? ¿Habeis visto The Wall de Pink Floyd?.
El hecho para mi es sangrante. Cualquier licenciado estudia un tiempo bastante amplio (5 años como minimo, un médico hasta 12) para luego entrar en una empresa y que lo único que pueda hacer es seguir el protocolo. Si surge un problema, la pregunta según una empresa no debe ser, ¿Como resuelvo ésto de la manera más eficiente? sino, ¿Que es lo que debo hacer?. Además, evidentemente, como la variabilidad de los problemas es infinita, los protocolos cada vez son más excelsos y complejos. Ejemplos: Una carta tarda dos días en cualquier administración en llegar del registro a la persona, ahora bien, cosida a sellos. Cualquier administración pide 5 o más copias en papel de los proyectos solicitados. Luego no se llen ni la memoria. Existen un montón de empresas que imprimen y archivan el return receipt de los e-mails. Los pagos entre empresas se dilatan por falta de firmas o un gracioso "no me deja el programa" que muchos contables sueltan cuando un pago es requerido. Cualquier contrato entre empresas tiene 20 hojas y cualquier póliza de seguro 50, como mínimo. Mi ordenador del trabajo no tiene sonido. Todos estos sinsentidos derivan de sucesivas No Conformidades que modifican y amplían cada proceso.
La formación de las personas debe ser aquella que la permita tomar decisiones con autonomía. Deben acumularse los conocimientos que permitan enfrentarse a problemas de toda índole. Y sobre todo deben generarse ambientes que permitan la aplicación del sentido común y el derecho a equivocarse. No sirve de nada aplicar siempre el protocolo. La creatividad también consiste en elegir un modelo de fax, hacer una llamada telefónica, decidir un modelo de archivo o hasta regular la temperatura del aire acondicionado. La ausencia de creatividad en las empresas y en las administraciones es demoledora. Los MBA son en parte grandes culpables. Y el problema es que, de alguna manera, el sistema te absorbe. Resulta cómodo no tomar decisiones y a muchos cargos intermedios les parece una excelente idea que cuando un problema es menor, se aplique el protocolo, y que, cuando es mayor, se traslade hacia arriba. Nadie felicita a alguien cuando toma soluciones creativas ante dificultades pero si se equivoca, pobre de él. La delegación es precisamente eso: apoyar al subordinado cuando se equivoque, asumir sus errores y darle la confianza para que tome las decisiones. Lógicamente en un ambiente que se lo permita.
Muchos asocian la creatividad a escribir, a pintar o a diseñar. Pero también debe notarse en pequeños actos cotidianos, como no seguir las recetas de cocina a rajatabla o ser un poco más autodidacta y no hacer tantos masters ni cursillos. Ser creativo es elegir entre la ropa que tienes y no comprar la absolutamente ideal para hacer lo que quieres hacer. La creatividad no es un don, es una actitud. Los grandes genios de la historia son los que crearon algo de la nada o evolucionaron ideas precedentes (en muchos casos aparentemente absurdas), no aquellos que siguieron las normas a rajatabla. Si la sociedad, y las empresas como parte integrante de ellas, no fomenta que las personas seamos creativas, seguiremos dentro de un marasmo de leyes, reglamentos y normas, estaremos cada vez más anulados y perderemos la principal facultad vital que nos distingue del resto de animales. Prefiero parecerme a Dalí, con su locura, que al jefe de Mortadelo y Filemón. ¿Y tú?

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